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10 INTRODUCCIÓN PR haberlas expresado cien veces en público y no conservar de ellas más que ligeros apuntes he- chos después de haber sentido cl calor que el au- ditorio presta a lo que logra interesarle. Pero después de mucho pensarlo, persuadido de que no serían del todo inútiles, resolví por fin acceder a los ruegos de buenos amigos, y aquí van entregados a la benevolencia de un: público conocido. No son cosas nuevas. Es muy fácil dar con las fuentes de donde brotaron las consi- deraciones que siguen sobre el concepto del do- lor cristiano, sobre el modelo sublime de sufri- miento que hallamos en Jesús Crucificado y sobre los dolores de su Santísima Madre, la mejor in- térprete de las intimidades del Corazón de Jesús. Por eso no me entretengo en anotar muchas ci- tas; y el lector podrá observar a primera vista algunas incoherencias en el proceso de los capí- tulos, y repeticiones de un tema que ha formado el asunto preferente de los que ejercen el minis- terio de las almas y ha llenado nutridísimas bi- bliotecas, constituyendo el regalo de los espíritus escogidos. He de manifestar, no obstante lo dicho, una ra- zón personal que me ha movido a publicar estas páginas: es la arraigada convicción adquirida en muchos años de experiencia, de que va eundiendo en el mundo cristiano el pesimismo enervante que falsea totalmente la piedad, y que podría deno- minarse «el miedo a vivir dentro de la realidad». En cuanto se atraviesa en el camino algún sufri- miento, se ve todo negro, se desconfía del éxito

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