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SOLO DIOS BASTA 129 trance que no era sino el preludio de la horrible y humillante muerte de Cruz? Cualquiera madre preferiría que su pequeño muriera así, sabiendo lo que de grande le esperaba. Pero María, no; María quiere la vida de Jesús; la quiere porque es la vida de Dios y suya, porque es el precio de la Redención; se ofrece a los ultrajes de ma- ñana siguiendo hoy dulcemente el designio de Dios. De lo dicho sale a luz el secreto del valor mo- ral y cristiano en la tribulación. Tendremos que escondernos, vernos humillados, sin que jamás brille la gloria de nuestra vida; pero mientras tengamos a Dios como la Virgen, mientras co- mo Ella miremos únicamente el querer de Dios, sabremos sufrir gustosos hoy, y prepararnos pa- ra el dolor y la muerte de mañana. Aunque otra cosa dicte el humano orgullo, es gran ciencia saber retirarse a tiempo de las con- tiendas suscitadas por las pasiones de los hombres. Lo que parece valor es muchas veces temeridad y presunción, porque no se vencen ciertas dificul- tades yendo de frente y buscando al enemigo por gusto de humillarlo: eso es sucumbir de antema- no a los impulsos del amor propio y estorbar pla- nes de Dios que nos quiere humildes para hacer- nos fuertes. Aceptemos en esas ocasiones el aba- timiento que nos acarree nuestro silencio ante la calumnia y la mentira: nunca necesitamos más estar solos con Dios y con nuestra conciencia; esta soledad amable nos hará recobrar la liber- tad y el dominio de nosotros mismos, harto más 5—E. pEL DOLOR
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