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| Ñ l 116 LADO LUMINOSO DE LA LOCURA DE LA CRUZ la túnica con que Vos envolvisteis la divinidad de Jesús; ahí está ensangrentada, hecha jirones; una fiera pésima devoró a vuestro Amado. Aquí os presentamos, Santa Madre, el trofeo de la Reden- ción; reconocedlo: ya que perdisteis a Jesús por nosotros, acordaos siempre que ocupamos su lu- gar en vuestro maternal regazo, mientras El triunfa con vos en el cielo y nosotros luchamos sin descanso en la tierra. ¿Quién mejor que María, la Madre de Jesús, podría hacernos sentir en nuestra vida esos con- trastes de luz y sombra que Ella compartió con el divino Triunfador? Bajemos por tanto ahora la mirada de lo al- to de la Cruz y pongámosla en la criatura admi- rable que absorbe la luz divina, de la Víctima sagrada, y se halla, en lo exterior, anublada con las tinieblas que envuelven el gran sacrificio.

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