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102 LADO LUMINOSO DE LA LOCURA DE LA CRUZ se reprodujo fielmente en María; fueron sus ojos dos puros cristales que reflejaron puntual y exac- tamente el tremendo sacrificio, amargando su puro corazón hasta sus más recónditos senos. En su espíritu se condensó el río de sangre que des- cendía de la cruz; Ella se mostró desde entonces pródiga de amor, y de lágrimas, y de compasión e intercesión para hacer eficaz en los desgraciados hijos, la Pasión y la muerte de su Primogénito. Bebamos con ansia en esta fuente de ternura y de consuelo; inyectemos afanosos la sangre re- dentora en nuestra alma; llamemos luego a boca llena Madre, Madre, a la Virgen, y sentiremos en nuestro ser la seguridad del perdón y de la heren- cia eterna como hermanos y coherederos del di- vino y sacrificado Hijo de Dios y de María. El hombre necesita saber qué es el aban- dono de Dios; Jesús se lo enseña ¡¡Qué triste es quedarse sin madre. . 1 Jesús había cedido la suya a los hombres. Ya no goza- ría de sus caricias; siente como natural conse- cuencia, una pesadumbre infinita. Después de las Palabras con que nos legó tan rico tesoro, pro- dújose un silencio absoluto. Las tinieblas de una noche misteriosa envolvieron de improviso la tierra, vistiéndola de luto; el huracán azota los muros de la ciudad deicida; dominando las som- bras, álzase austera, terrorífica, la cima del Gól-
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