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ALARDE SUPREMO DE CORTESÍA PARA CON 101 LA VIRGEN roso que se produjo en derredor suyo, cuando el cielo y la tierra, pasmados, contemplaban la agonía del hijo de María, El recoge sus pocas fuerzas y habla para decir que la cede al mundo por Madre; que está allí en cumplimiento de un designio so- berano; que no la miren con desvío; que es su Madre la mediadora entre el Redentor y los re- dimidos: por eso la llama «Mujer», la Mujer de la Profecía, la Mujer ideal, Virgen, Madre, Már- tir, Reina y Señora del mundo y del cielo. No des- preciarán los hombres en adelante a las hijas de Eva viendo que la segunda Eva había superado con su bondad la malicia de la primera; quedába- mos al amparo de la «verdadera Madre de los vivientes”. ¡¡Qué bien levanta Jesús el honor de su Madre!! ¡¡Cuán exquisitos son sus sentimien- tos en medio de tanto tormento!! Pero no sólo queda María levantada sobre el pedestal más atrayente de la tierra, sino que Ella acepta sin vacilar su oficio de Madre, y los peca- dores quedan garantizados de mayor misericor- dia, pudiendo posar su ruego en la Virgen para elevarlo con seguridad de éxito hasta Jesús; entre el cielo y la tierra, Jesucristo, mediador universal; entre la tierra y la cruz, María, mediadora decla- rada entre los hermanos díscolos y el Hijo divi- no, inocente, santo. Así lo entendió la purísima Virgen, por esto acudió al Calvario donde debería morir espiritual- mente con Jesús por una compenetración íntima y total de sus tormentos, La Pasión del Redentor

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