BCCPAM000R16-1-10000000000000

A e e e 100 LADO LUMINOSO DE LA LOCURA DE LA CRUZ Había olvidado el mundo el ministerio reser- vado al sexo débil que había inducido al fuerte al mal, a la desobediencia; la abyección y el desprecio pesaban sobre el linaje de las mujeres, como si la fuerza bruta pudiera rehacer la gran- deza caída por una débil condescendencia. María Santísima está al pie de la cruz; recuerda la do- lorosa actuación de Eva en el drama paradisíaco que trajo la ruina del mundo. «La mujer que me diste por compañera, alegó Adán, me dió el fruto prohibido y yo lo comí». Fué el momento aprove- chado por Dios para trazar en la mente humana los primeros rasgos de otra Mujer que desharía la obra de Eva y vindicaría a todo su sexo. «Yo pondré, dijo al diablo, asechanzas entre ti y la Mujer, su descendencia y la tuya: ella te que- brantará la cabeza y tu acecharás inúltilmente a su calcañal>. De María podremos decir ya: «la Mujer que nos diste, Señor, por madre, diónos el fruto de la vida y... comimos y vivimos”. ¿Cómo permitiría” Jesús que su divina Madre quedara bajo el baldón ignominioso de tener un hijo ajusticiado...? No, no; era preciso pagarle aquella hazaña valerosa con que desafió las mira- das curiosas del pueblo que presenció la divina tragedia. Jesús se debía a sí mismo una compen- sación pública del pudor ofendido de aquella pre- ciosa criatura; en medio de sus tormentos de cuerpo y alma, este sonrojo de María era uno de los más duros: quiere decir al mundo, qué hace allá aquella madre adolorida; en el silencio pavo-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz