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OS VIDA Y OBRA DE LA MADRE JOAQUINA DE VEDRUNA DE MAS su dirigida; no puede desconocerse que su autor es un austero penitente y que habla para penitentes, por eso les señala una vida de austeridad y sobriedad compatibles sí con sus oficios de la vida activa, pero muy acentuadas. En una de las ordenaciones les habla con fervor de apóstol de los ejercicios de caridad para con los enfermos, y con entrañable cariño, de la instrucción y cuidado de las niñas que han de educar y formar para Dios y para la sociedad. Por más que el Padre Esteban encarece mucho que el Instituto ha de estar penetrado de la devoción par- ticularísima a la Virgen del Carmen, cuyo hábito llevan sus hijas, todo el escrito respira espíritu seráfico ; santa alegría franciscana, notada en todas partes por los que de cerca conocen a las Carmelitas de la Caridad ; un es- píritu admirable de llaneza y distinción en su trato y con- versación, de paz y unión fraternas nutridas por la ob- servancia de unas Constituciones hechas por un hijo de San Francisco para religiosas que profesan el espíritu amable, activo, alentador y gallardo de Santa Teresa de Jesús. Hablando de estas Constituciones la venerable Madre Fundadora, solía decir: «que el Padre Esteban, antes de morir, aseguró haberlas escrito sin mirar el papel, sino con los ojos fijos en las llagas de Jesucristo ». Y la misma Madre Joaquina contó a la Hermana Catalina de Jesús que cuando el Padre Esteban le entregó las Constituciones le dijo: « Aquí tenéis el camino del cielo, si lo seguís, os santificaréis ». Y sucedió que, reunidas todas las Herma- nas para oír por primera vez la lectura de las Constitucio- nes, la Hermana mejor dotada para leer bien y en voz entonada tomó el cuaderno, se sentó, y, al querer dar E
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