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52 VIDA Y OBRA DE LA MADRE JOAQUINA DE VEDLRUNA DE MAS y de la Iglesia. Uno de los rasgos característicos del nuevo Obispo era su devoción entusiasta a la Virgen Santísima del Carmen, y en cuanto tomó posesión de su Sede y tuvo conocimiento de los intentos de la Hermana Joaquina de San Francisco, vió en ellos el poderoso auxiliar que Dios le deparaba para sus planes de reforma y de apostolado. El primero que habló al Ilmo. Sr. Corcuera de la Madre Joaquina fué su amigo de Igualada, administrador y cooperador suyo de la obra de Caridad del Hospital de aquella ciudad, don José Estrada, y con tanto entusias- mo debió recomendar los intentos de su santa amiga al Prelado, que éste no pudo menos de exclamar: «Sepa usted, señor Estrada, que es un pensamiento grande; porque en particular la educación de las niñas es aún más nece- saria que la de los niños, pues una mujer mal educada es capaz de hacer el mal a una población entera : diga, pues, a dicha señora que venga cuando quiera, que la recibiré con mucho gusto y protegeré sus buenos deseos». Estas palabras textuales transmitió el señor Estrada a la Hermana Joaquina y fueron las que la indujeron a entrevistarse luego con el nuevo Prelado. Bendíjola emo- cionado ante la virtud sólida y el celo ardiente que se transparentaban en cada una de sus palabras; pero le dijo que el Instituto había de estar bajo la advocación de la Virgen del Carmen. Las razones que parece haber dado el Prelado de este cambio fueron la excesiva austeridad del espíritu francis- “ano, poco a propósito a su juicio para una vida consagrada a la caridad y a la enseñanza ; pero no podemos menos de ver en este designio del Prelado, el de Dios, que, por fin, concedió a su sierva lo que desde niña deseaba, el

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