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LA HERMANA JOAQUINA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS 47 que ya entonces comenzaría a reunir niñas pobres de la vecindad para enseñarles el Catecismo. ¡Cosa admirable! Nadie supo mejor que doña Joa- quina ponerse en contacto con las almas inocentes; si el dolor y el abandono de los enfermos habían encontrado en su hermosa alma el eco más intenso y la ternura más exquisita, los niños y las niñas encontraron desde entonces Prades y la Sierra en su cálido regazo algo que inconscientemente anhelaban, a Dios, el ambiente del cielo. A nadie se confían mejor los niños, cuando su razón despierta, que a quien trata de cerca con el Señor : de aquí el éxito admirable de los Institutos de enseñanza fundados por los siervos de Dios. Podrán los profanos, los que no quieren ver las cosas por dentro, extrañarse de ello, y aun rebelarse contra el hecho his- tórico ; pero Dios sabe desmentir todas las cavilaciones humanas y fundir en un solo ambiente de amor, de luz, de paz y de confianza al niño inocente y a la religiosa pura y abnegada; lo mismo que poner en sus labios consagrados

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