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24 VIDA Y OBRA DE LA MADRE JOAQUINA DE VEDRUNA DE MAS su buena madre al entregarla cubierta de besos y de aza- hares ; toda la alegría y los regalos del día de la boda provocaron en el espíritu de Joaquina una reacción dolo- rosa : era la nostalgia de su celda de Carmelita. La rea- lidad inesperada de sus deberes de esposa le produjo un estado de abatimiento, bien disimulado ante su amado esposo, pero desahogado con torrentes de lágrimas cuando podía ocultarse. Llorando así la encontró un día don Teo- doro, y sintió que se le partía el alma, pues la quería entra- ñablemente y bendecía a Dios, en cada momento, por haberle hecho dueño de un tesoro tan rico y tan puro: preguntóle, pues, la causa de sus lágrimas. Joaquina confesó ingenuamente el motivo de su pena, y entonces fué cuando Teodoro, a su vez, le reveló el secreto de sus primeros años, y las razones que habían desviado del claustro la vida que a ella había consagrado. Esta revelación dió a la joven esposa la medida de la comprensión exquisita que podía esperar de aquel hombre tan bueno: tranquilizóse luego y entraron en amoroso coloquio de corazón a cora- Zón, a la altura de la región donde lo humano se transforma en divino, conviniendo en hacer de su hogar regalado, un templo de Dios, y de los hijos que Él les diera, ángeles adoradores. kk * * La madre. — Aquí comienza la historia íntima de aquella mujer extraordinaria : todo su amor a Dios, a la pureza, a la oración y al trabajo, se tradujo maravillosa- mente en ternura indecible para sus hijos. Al recibir la primera hija en su regazo, comprendió su misión y se en- tregó de lleno a cumplirla : fué el premio de su pureza y de su confianza absoluta en el Señor.
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