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FLORECIMIENTO DEL INSTITUTO 217 de el año 1921 se sortearon para cada Casa del Instituto las Misiones españolas entre infieles y cada casa trabaja por la suya como en cosa propia. Todo este esfuerzo en favor de las misiones realizado por iniciativa de las Madres Carmelitas, secundadas por las alumnas de sus colegios, es además una enseñanza objetiva de primer orden para las niñas, acostumbrándolas a trabajar en las obras de celo. El Eminentísimo Cardenal Arzobispo Primado de Toledo, doctor Enrique Reig, felicitando a la Reverendísima Madre General por este hermoso trabajo, le dice así en carta autógrafa, del 7 de julio de 1923: « Lógranse con ello tres cosas : secundar con gran eficacia” los reiterados llamamientos del Soberano Pontífice y de los Prelados, lo cual constituye la mejor característica del buen católico; acudir en socorro y fo- mento de la propagación de nuestra santa Fe, y de la di- latación del Reino de Cristo, que es la manifestación más genuina del verdadero cristiano; educar a la juventud en la virtud de la caridad y en el sentimiento de la solidaridad o comunión de los fieles, que es fundamental en la peda- gogía social religiosa». No se puede decir más ni mejor en pocas- palabras que lo que dice el insigne Primado del Episcopado Es- pañol. En 1925, Año Santo y Misional, pudo la Reverendísima- Madre presentar al Soberano Pontífice, en nombre de todo el Instituto, hermoso Óbolo para las Misiones del mundo católico, consistente en multitud de sacrificios, obras virtuosas, oraciones, ornamentos para el culto, vasos sagrados y una cantidad en metálico. “Todo reunido y confeccionado por las niñas, fué expuesto en la Sala

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