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FLORECIMIENTO DEL INSTITUTO ” p' tas. El señor Madrid regaló todos los vasos sagrados y el altar mayor, y la señora Rosario Mena de Barros obsequió para el altar la preciosa Imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Hoy son allí las Madres una instrucción de primer orden y se han conquistado el aprecio y confianza de toda la ciudad y comarca. Obra de las misiones. — Fieles las Religiosas Carme- litas a las tradiciones de ardiente celo cultivadas por las pri- meras hijas espirituales de la Madre Joaquina, jamás olvidaron la: conversión de los infieles. Ya recordarán nuestros lectores que doña Joaquina de Vedruna tuvo sus impulsos misionales en los comienzos de su vocación a la vida religiosa. Quería ir al África a convertir a los moros ; a estos impulsos respondió su sabio y prudente director, el Padre Esteban de Olot: «No tiene usted necesidad de ir al África ; bastantes moritos hay en España ». Aquietóse la Madre, pero el ardor de su caridad para con Dios y para con el prójimo le urgía siempre. Pues bien; en este siglo, llamado con razón de las Misiones, por el progreso de la propaganda entre los pue- blos infieles, las Hijas del Instituto fundado por aquella santa mujer han respondido admirablemente al eco de aquellas aspiraciones misioneras. Véase lo que dice a este propósito la Revista titulada «El siglo de las Misiones », de junio de 1925, editada en Burgos. « Dignísimos son de mención todos los Colegios de las Religiosas Carmelitas de la Caridad, de España y América, pues no tienen casa donde no se trabaje muy de
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