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A == A — ad 188 VIDA Y OBRA DE LA MADRE JOAQUINA TE VEDRUNA LE MAS trariada por aquellos fulgores sobrenaturales que tras- parentaban su alma. Fué éste uno de los aspectos más seguros de su santidad, el horror a la exhibición, el empeño constante por seguir los caminos trillados y humildes. Todos notaron principalmente, en la Madre Joaquina, el espíritu profético de que Dios la dotó. Anunciaba los acon- tecimientos más lejanos, en el tiempo y en el espacio, con naturalidad sorprendente, como lo hemos podido notar en su vida, y lo notaron quienes vivieron con ella, adqui- riendo seguridad en sus palabras para mirar sin recelo el porvenir. Indicaremos todavía aquí el cumplimiento literal de dos pronósticos de la Madre después de su muerte. Había dicho a la Madre Veneranda en 1853: « tú me se- guirás muy luego », y esto se cumplió cuando aquélla, que parecía destinada a sucederle en el cargo de Superiora General del Instituto, murió el día 10 de octubre de 1855, apenas pasados trece meses de la muerte de la Madre. También había predicho a la Madre María Sabatés, cuando desde la fundación de Cadaqués le escribía contándole el fausto inusitado que desplegó aquel pueblo para reci- birlas, y las aclamaciones de la gente: «llegará ahí tu Viernes Santo, no lo dudes »; esto lo escribió de su puñ. y letra en la carta contestación que hizo escribir por otra Hermana. Y, efectivamente, el año 1868, de trágicos re- cuerdos para España, la revolución triunfante sacó a la Madre Sabatés con sus Hermanas de la Casa y del pueblo con grande ignominia, sin que el pueblo lo estorbara. Así se cumplió, a mayor abundamiento, otra profecía de la Madre, pues la Madre María Sabatés volvió a Vich, y re- cibió de nuevo el cargo de Maestra de Novicias ; y aun en este detalle «las cosas volvieron a su antiguo. estado ».
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