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176 VIDA Y OBRA DE LA MADRE JOAQUINA DE VEDRUNA DE MAS La Madre Paula supo, como nadie, las amarguras secretas de aquella mujer heroica y clarividente ante los intentos de reforma que dieron por resultado ser ella nombrada Vicaria General en vida de la Madre ; tuvo la virtud de saber esperar la hora de Dios, de colocarse en el punto de vista luminoso de su amada Maestra y Madre, y por esto aceptó el último encargo suyo cuando al salir de Vich, para no volver más, le dijo: «Cuidarás de todo... y del Noviciado », presagiando en estas marcadas frases el nom- bramiento que iba a recaer en ella. Sabía que la desti- nada en la mente de la Fundadora para sucederle inmedia- tamente había sido, hasta entonces, la Madre Veneranda, porque era su primera discípula y había conocido al Padre Esteban de Olot ; pero también sabía que había espíritu profético en aquella venerable enferma y se resignó a la voluntad de Dios y al consejo persistente de sus confesores cuando se apoderó de ella el temor ante la pesada cruz de su cargo. «Lo que me pasó, escribe ella misma, al ser nombrada Superiora General, no lo digo, porque sería muy largo. Mi pena fué grande : tuve mucho sentimiento, considerándome la más ignorante, la más mala y la más incapaz de todas. Mi inclinación fué siempre el retiro; sentía mucho el viajar. Me presenté al señor Obispo don Antonio Palau, manifestándole mi sentimiento y mi re- nuncia; pero no fuí oída». Dios lo quería, y el acierto, la prudencia, la fortaleza con que la Madre Paula gobernó el Instituto por espacio de treinta y cinco años, demos- traron que no se equivocó la Fundadora al fiar de ella todo, en momentos en que todo vacilaba. En el año 1925 ha quedado concluído el Proceso infor- mativo diocesano para la introducción de la Causa de
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