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MUERTE DE LA VENERABLE FUNDADORA 59 de la Fundadora, debería ser extraña a las intimidades del Instituto, y más estando su santa madre casi muda para revelárselas, las podía apreciar con tanta claridad como lo demuestran las atinadas reflexiones que sobre ellas muy piadosamente hacía: Una pregunta y dos respuestas.—Pero, ¿por qué, dirá el lector, se procedió así en vida de la Sierva de Dios? Que- remos dar aquí, antes de pasar adelante, sa- tisfacción a esta razo- nable pregunta, apun- tando dos contesta- ciones especialmente convincentes para todo espíritu cristiano: una de sabiduría humana, vw la otra de oculta sa- Vista posterior de la Casa Madre biduría de Dios, La sabiduría humana dictaba al criterio del Hustrísimo señor Palau y de su delegado el Padre Bernardo Sala que, para encuadrar perfectamente al Instituto en- el derecho Canónico y Civil, mientras se tramitaban- las formalidades del caso ante la Santa Sede y el Gobierno de España, era preciso definir bien su personalidad ju- rídica, su objeto principal y la forma de su gobierno. Cierto es que todo parecía claro y que nadie habría confundido a las Madres Carmelitas en 1854 con ninguna otra Con- gregación similar: tenía su jerarquía propia, y había ac-

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