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ro y A — A A A RI RO IESIP a rn e AR 158 VIDA Y OBRA DE LA MADRE JOAQUINA DE VEDRUNA DE MAS veían solamente las Hermanas de Barcelona que trataban de cerca a la Madre; y de lo que sufría, tenemos un precioso testimonio dado por la Madre María Jacoba de Argila, nieta suya, quien escribía andando el tiempo a la Madre Paula Delpuig: «Sé por mi madre (doña Inés de Mas y de Vedru- na) que me lo contaba varias veces, que cuando mi ve- nerable abuela tuvo el accidente del cual quedó con el lado derecho paralizado y trabada la lengua, ocurrió. el nom- bramiento de usted como Vicaria General, y que ella sufría mucho por la marcha de las cosas. Mi madre iba a verla frecuentemente, y una tarde la sacó en coche para lle- varla de paseo hasta Pedralbes, donde residían mis dos tías, Religiosas de aquel Monasterio. En el camino, mi madre trató de consolarla, ponderándole los bienes que había traído la Fundación. Le decía: «Dios la quiere a usted muy santa, y ha permitido todo esto que tanto la hace sufrir para significarle que el Instituto es de Él, y que podrá vivir sin usted... Dios quiere probarla más así, quitándole esa satisfacción natural tan justa: y usted quiere lo que Dios quiere... ¿mo es verdad ?»... — Y mientras mi madre le hablaba, mi venerable abuela apre- taba con su mano sana las dos de mi madre, para mani- festarle que asentía a todo y su adhesión a la divina voluntad ». Vemos en esta ingenua narración dos cosas muy al caso : primera, el cariño intenso y la sabiduría cristiana de doña Inés para con su anciana madre, prodigándole cuidados y suavizando sus penas con un bálsamo sobre- natural cuyo uso había aprendido de ella en su infancia. Y segundo, cuán notoria sería la causa de aquellos sufri- mientos, cuando una señora seglar, que, aun siendo hija

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