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MUERTE DE LA VENERABLE FUNDADORA 155 « Estad ciertas de que cs amames mucho en el Señor, y que especialmente amamos mucho vuestro Instituto: ya por el bien que de él puede esperarse, ya. porque nos lo recomendó muy eficazmente nuestro antiguo amigo y ahora Hermano en el Episcopado, vuestro antiguo Di- rector, el Excelentísimo' don Antonio : Claret »... «Nos reservamos dictar otras disposiciones que proporcionen'al Instituto un feliz . y brillante: desarrollo »... « Esperamos de vuestra: docili- dad y de vuestro celo que nos ayu- daréis a llevar a cabo los proyec- tos que tenemos formados de vues- tro Instituto ». Ya nos dispen- sarán nuestros amables lectores esta larga cita; pero la creemos imprescindible para hacer resaltar bien la situación aflictiva en que Dios Nuestro Señor colocó a la Madre, durante los dos últimos años de su vida. Ella había manifestado, en las intirhidades de sus hijas, que pedía al Señor dos gracias: una, quedar por un tiempo como niña pequeña sin poder valerse, y para que no la tomaran en cuenta; además morir en absoluta pobreza, sobre un saco cubierto de ceniza. Dios Nuestro Señor la oyó en lo primero, pues fué tal el estado a que la redujo su enfermedad, que la tenían que traer y llevar como Galería superior de la Casa Madre
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