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eo. e my A AA A e pm ca > a RD 150 VIDA Y OBRA DE LA MADRE JOAQUINA DE VEDRUNA DE MAS en su vocación ; quiso conocerlas la Madre Joaquina, y en viéndolas, dijo claramente: «ésta, sí... ésa; no... »; señalando con la negación precisamente a la joven que parecía mejor dispuesta y dotada de más relevantes cua- lidades y en atención a ellas preferida de las Madres y del Padre Esteban Sala. Quiso éste, cuando lo supo, probar por sí mismo si la Fundadora estaba en sus cabales, o había dicho. aquello 'en: una: seminconsciencia. Le preguntó, pues, de nuevo, qué le parecía de las postulantes ; pero oyó con asombro que la enferma, con robusta voz y pro- nunciando bien las palabras, dijo con resolución : « Esta, señalando a la misma joven de antes, no debe entrar; es voluntad de Dios que esté en su casa ; y si la admiten en el Instituto, no permanecerá ; tendtá que salir». No se hizo gran mérito del criterio de la Madre: estaba enferma e inválida; fué, pues, admitida aquella joven. Pero al poco tiempo quedó paralítica de un brazo de tal manera que, aunque se llamaron médicos y se le aplicaron remedios tras remedios, la novicia quedaba con su brazo muerto, envarado. Mucho les costó convencerse de lo incurable de aquel mal; pero, por fin, determinaron enviar la novicia a su casa, como se hizo. Y ¡cosa admirable ! en cuanto pasó los umbrales de ella, sanó perfectamente de su mal, sin que nadie pensara aplicarle remedio alguno. Fué una buena lección para quienes, creyendo inconsciente a la Madre, no vieron que estaba alumbrada con luz del cielo. La última temporada que pasó en Vich, nuestra heroína no vivía en la Casa Madre, sino en la Casa de Caridad, cuya Superiora era la Madre Paula Delpuig. Llamóla, pues, un día la enferma a su celda, y cuando estuvo con ella, mi- rándola intensamente, le dijo: «Vo me voy a Barcelona;
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