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HACIA EL OCASO 139 señor Casadevall y a las muchas y bonísimas hijas de la ve- nerable Madre Joaquina, felices hasta entonces con su Regla profesada, y amantes y apasionadas de su única Madre y Maestra. Sabía muy bien que el Prelado diocesano deseaba ejercer sobre la Casa Madre y sobre todo el Instituto una superioridad inmediata y universal aun en el régimen interno, y comprendía, por otra. parte, que las Carme- litas Escorialesas (así las llamaban los conciudadanos al principio, derivando la denominación del nombre Esco- rial, que todavía hoy se emplea) a quienes conocía y Reverendísimo P. Esteban Sala, Director del Instituto desde 1851 a 1854 estimaba mucho, sufrirían con cualquiera modificación que las sacara de la inmediata sumisión a la Fundadora. Con todo, haciendo prodigios de prudencia, emprendió su obra; y en la Regla 4.2 establecía que, « hallándose la Casa Madre en la ciudad de Vich, debe el Instituto ponerse bajo la protección y amparo del Prelado diocesano. Todas las religiosas tendrían sumisión, respeto y obediencia al Prelado que fuere del Obispado de Vich. Éste sería el que eligiera al Director General y a la Superiora General por el tiempo que le parezca». Tal fué la innovación substancial
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