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HACIA EL OCASO 135 en espíritu en la cueva de Belén. Sí, hijas mías, adoremos juntas al buen Jesús: démosle de nuevo nuestros corazo- nes, para que de nuevo y más ardan en su amor, y siempre amor, para siempre, en todo, con todo y por todo. Así sea : amén. Vuestra miserable Madre, Joaquina del Padre San Francisco ». ¡ He aquí una carta admirable en medio de su senci- llez maternal, que revela las profundidades de aquel co- razón todo enardecido en el amor divino !... ¡ Con qué amable deferen- cia manda saludar a su Prelado !... De ella se desprende también que éste les había concedido para confe- sor ordinario al mismo benemérito Padre Bach, del Oratorio de San Fe- lipe, a quien la Marquesa de Puerto- nuevo les hizo encontrar en Perpiñán y que tanto la ayudó durante su largo destierro. En 1849, pasado el invierno, en- vhle, Sr. Arzobispo don Anto- contramos otra vez a la Madre Fun- ulo M. Claret dadora en Vich, preocupada intensa- mente de su querido Noviciado : allí dió dos sencillas pero concluyentes pruebas de su don de oración aprovechán- dolas como enseñanza objetiva para las novicias. Declaróse por la noche un voraz incendio. Como puede suponerse, las religiosas y las novicias corrieron despavoridas a reunirse con su santa Madre, la cual, con admirable presencia de ánimo, las hizo llegar a todas al Ora- torio, púsose en oración con ellas y les dijo: «Nada temáis, esto es un ardid del demonio para quitarnos la Santa
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