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130 VIDA Y OBRA DE LA MADRE JOAQUINA DE VEDRUNA DE MAS arraigado que vivía en su alma el espíritu de aquel hombre providencial que la guió en sus primeros pasos. Hacía de esto diez y seis años ; pero mirando hacia atrás y viendo el camino escabroso recorrido y el momento solemne en que se encontraba, totalmente huérfana de un padre como el que Dios le había llevado al cielo, sentía cada vez más vivo el deseo, muy natural, de tener una imagen de aquel venerable Capuchino, para su edificación y la de sus hijas. Ella conservaba grabado en su alma el retrato de su aus- tera fisonomía, pero no podía reproducirlo en el lienzo: no sabía pintar. Llamó, pues, un día, a la Madre María Sabatés, Maestra de novicias, y que dibujaba bien, y le dijo: «Quiero que me pintes un cuadro del Padre Fun- dador ; tiempo hace que estaba pensando a quién lo en- cargaría, y creo que tú lo harás bien ». — Pero, Madre, Mi le dijo la Maestra, yo no conocí al Padre Esteban; ¿cómo Bret voy a pintarlo sin tener algún modelo ? —A esto replicó la Madre dándole algunas indicaciones de lo que ella veía ” . A A A A A A A a o rate a tu celda; haz oración ; quiere de veras obedecer y encomiéndate al Padre para que él te enseñe a pintarlo ». Y sucedió que aquella noche la Madre Sabatés, preocupada con su idea, soñó con el Padre Esteban : mostrósele éste muy claro y le dijo : — «4 Mírame bien, ten fe y lo harás ». BEN! — Aquella imagen quedó fija en la mente de la que dormía, con toda viveza ; y al levantarse se puso a pintar lo que E O ! pl exacta del personaje. Con esto la Madre María Sabatés l 1 se fué, y obedeciendo puntual, se puso a pintar : cuando ll hubo delineado su cuadro, fuése con él a la Madre para DEN ver si estaba bien, pero ella no le encontró parecido. In- 1 sistió, no obstante, en su mandato y le dijo: «Mira, retí- ÚrN — rre en su interior y relatándole cuanto podía darle una idea .

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