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TAO TC o | N ¡ ' > eno: A rom 122 VIDA Y OBRA DE LA MADRE JOAQUINA DE VEDRUNA DE MAS con los instrumentos que halláramos a mano. Su rostro recobraba su habitual jovialidad y andaba como fuera de sí de puro consuelo y gozo por la gloria de Jesús Re- sucitado ». Quería que sus religiosas tuvieran siempre en lo más hondo del alma el manantial santo de la pura alegría. «Deseo, les decía, veros siempre contentas, que comáis con gusto y durmáis bien. Alegres, sí, porque al buen Jesús le gusta muchísimo habitar en el corazón de una Hermana que todo lo toma con santa alegría ». Y cuando notaba que alguna estaba triste, solía decir con mucha gracia : «Alerta, hijas mías, que el demonio anda por asa con la cola levantada ». «No quiero, les repetía, que ninguna esté triste en nuestra compañía ». Gustaba asi- mismo, la Madre Fundadora, de dar suma importancia a la llegada de las nuevas postulantes. Cuando entraba una joven, bajábamos las novicias a la portería y la recibíamos entre demostraciones de la más pura y cortés alegría; le dábamos un abrazo y le decíamos: gracias al buen Jesús que tenemos otra Hermanita, que nos ayudará a llevar la Cruz. Subía ella luego con nosotras, la presentá- bamos a la Madre, y ella la recibía con mucho cariño y le decía : «¿ Está usted bien resuelta a dejar a.sus padres para consagrarse de corazón al servicio de la caridad con los enfermos, enseñando a las niñas, en donde la ponga la santa obediencia por amor a Jesús Crucificado? ...» Y la joven contestaba afirmativamente. Entonces la Madre bajaba con ella a la portería para consolar a sus padres y despedirlos llenos de santa paz». «Paréceme, decía en una ocasión la Madre Joaquina entre las emo- ciones primeras que tuvo al llegar de su destierro, que los
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