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__—— PRO TAI A Dn = Y pH H Ú Ez E A AN 98 VIDA Y OBRA DE LA MADRE JOAQUINA DE VEDRUNA DE MAS «Cuando estábamos ya internadas en las montañas fronterizas, dice la Hermana Vicenta, me ofrecí yo a velar el sueño de las viajeras por la noche a campo raso, y sobre las dos de la madrugada, llegaron al lugar en que está- bamos dos apuestos jóvenes, quienes amablemente se dirigieron a nosotras para prevenirnos del peligro que corríamos. — « Levántense todas », fué la voz de la vigi- lante: y emprendiendo de nuevo el camino, púsose uno de los jóvenes delante de nosotras, y otro guardándonos detrás, y nos indicaban los pasos que teníamos que dar: y cuando clareaba el día, diciéndonos así: « Hermanas, » ya están en salvo », desaparecieron instantáneamente y no supimos más de ellos, aunque mucho preguntamos ». La Sierva de Dios creyó siempre que Dios Nuestro Se- ñor le había enviado al Arcángel San Rafael, de quien era muy devota, para librarlas de algún grande peligro en aquel penoso camino, y el Instituto conserva siempré devoción especial a este Celestial Espíritu. Así llegaron al primer pueblo de Francia, llamado Prades, a donde se les había anticipado un mensaje del señor Vicario General Castrense de Berga, que escribió a unos Religiosos allí residentes, rogándoles que prote- gieran a las Hermanas Carmelitas que llegarían fugitivas en aquellos días. Hiciéronlo así los Religiosos, procurán- doles alojamiento en una casa del pueblo, para ocho días, ayudándolas en cuanto pudieron, hasta que algo repuestas y descansadas salieron para Perpiñán, donde debían en- contrar el lugar de su largo destierro. IO A AA
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