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ar EZ TI ra A e A E A Mi n= GD me y no olvidéis que como un peregrino que haciendo con reposo su carrera, va a la Ciudad sagrada, enteramente ocupada tan sólo con la idea de perdón, igual que si llegase y alcanzara del cielo ya la puerta en este jubileo, con mi súplica dejando todo afecto de la tierra, cual si me descalzara. ¿Lo prometes? PRINCIPE ENRIQUE Como si rosas tus palabras fueran al caer de tus labios desprendidas de los labios de Angelo, cogerlas los ángeles debían. ELSA ¿Prometido? PRINCIPE ENRIQUE Si alguna vez nuestra partida fuera para un viaje tan largo... ¡lo prometo! ELSA ¿Entonces, no partimos? ¿Tú me hicieras en los aires subir tan alta, y ahora me dejas caer al suelo tan maltrecha? ¿Y me ofreciste, tú, raudales puros, que brotan sólo de la vida eterna, para hacerme beber los chapatales inmundos de este suelo? PRINCIPE ENRIQUE ¡ Sí, sí, Elsa! ¡Qué lección que me has dado!, nuestra vida, esta vida presente y la otra eterna, de tan sutiles equilibrios penden, que un soplo su balanza desconcierta: poniendo el corazón en un platillo, vacío el otro subirá por fuerza, que es todo vanidad, y viento leve: El pensar en morir, a mí me aterra como preso a la vida, A tí, tan fácil
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