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ante la voz del sacerdote, como si un arcángel sería. Particular atmósfera se siente, qué olor de crímenes y pasión respira, que a veces, y en sazón de pestilencia, aspiro con delicia! Mas hoy, por otras causas he venido: que alimentar y madurar quería una idea, rayana en la locura, que a un corazón domina; A un príncipe trocando en asesino por un juego de manos... muy sencilla... una maña especial, que ya hace mucho aprendida tenía ! ¡ Viene! Con el crepúsculo, es difícil diferenciar la forma parecida que el cura y yo tenemos: a su madre así engañé algún día (58). PRINCIPE ENRIQUE (entrando y arrodillándose ante el con- fesionario). Arrepentido, humilde y penitente vengo a pedir perdón, ¡oh!, padre santo; caiga tu bendición, en mi cabeza! LUCIFER Eso será después de confesaros... que el Espíritu Santo no hace suyo sino a aquel que a su puerta está esperando, vestido con limpísimo vestido de mancha terrenal purificado, lleno de santidad... ¿Examinásteis primero la conciencia?, ¿hallásteis aluo aún, de aquella manía en vuestra mente?; ¿las pasiones tal vez se disiparon, y aquellas inquietudes del espíritu? PRINCIPE ENRIQUE ¡De la misma locura estoy cegado; de las mismas pasiones tan herido, viene a esta casa de oración llamando
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