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nuestra oración del rezo de la tarde que nosotros estábamos cantando. De nuevo se marchó. Antes de ahora a menudo ahí le he visto... URSULA ¡Qué cuitado Príncipe ! GOTTLIEH Yo pensara que de duendes llena estaba la casa ¡Y él tan manso... y paciente cual dulce criatura! MAX Y yo... ¡por ser tan bueno, cuánto le amo!, porque para cazar los pitirrojos, los gorriones y ardillas, me hace arcos y flechas. BERTA Yo también le amo de veras, GOTTLIEH Y todos le queremos y le amamos, con todo el corazón: la finca y casa, y la granja también, él nos ha dado, y lo mismo caballos y carretas, y la vaca tan grande del establo, y nos ha dado el monte y los viñedos.. ¡ nosotros no tenemos nada, en cambio, si no es nuestro cariño para darle, y por lo mismo, entero se lo damos ! BERTA ¿Y también nos ha dado la cigiieña, que en la alta chimenea se ha posado, con su nido tan grande y tan redondo? GOTTLIEH No: la cigiieña blanca, Dios la trajo como una bendición; el résto, el Príncipe... ¡Dios le bendiga y nos lo ponga sano!
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