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ronca ARIAS he bajado aquí... a tu cita. El dueño soy de las flores; mi jardín está allá arriba, y si conmigo vivieses allá te coronaría, de flamantes flores rojas, de nupcial corona rica». Y arrancó el anillo de oro de su dedo, y a la niña entonces la preguntó, si ser su esposa quería. Y al responderle que sí, de sus amores herida, las llagas del buen Jesús manaron sangre divina. Y ella dijo: «¡Qué encarnado es tu corazón, y... mira!, tus manos llenas de rosas... ¡Por tu amor y por tu vida rojo llevo el corazón, y estas rosas encendidas, que de la cruz las tomé... cuando por ti dí la vida. ¡ Vamos!, mi Padre me llama... tú eres ya la esposa mía»... Con El al jardín del Padre se fué del Sultán la hija. PRINCIPE ENRIQUE ¿Y así lo harías tú, Elsa? ELSA , por cierto: contentísima. PRINCIPE ENRIQUE SÍ ¡ También celestiales bodas habrá para ti algún día! Y pondrán sobre tu frente, no una corona de espinas, sino las rosas nupciales, igual que a Santa Cecilia,
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