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=— $ — ni aquel beber hasta los alfileres, (32 en medio de la zambra de la fiesta: que todo es hoy silencio triste y sombras, y tan sólo el cantar de la corneja se oye, y el son del casco del caballo que en la ancha losa, sin cesar, golpea... (Se oye el sonido de un cuerno.) Mas, ¿qué oigo? ¿Qué es ese sonar repentino? ¡de algún cuerno, acaso, que a mí me recuerda los días aquellos que ya se pasaron... ! ¡el mismo chirrido de la antigua verja, con el estridente golpe sobre el hierro, y la levadiza puente que retiembla como si a la planta de un viajero, acaso, su sonar le diese grata enhorabuena! (Entra Walterio, el Minnensinger) (33). WALTERIO ¿Qué tal, mi amigo? ¡ Solitario es esto! ¡ni izada está flotando la bandera... ni criados, ni pajes aparecen, ni guardias... ¡sólo un hombre hay a la puerta! ¿Eres, Huberto, tú? HUBERTO ¡Señor Walterio! (34). WALTERIO ¡Oh!, ¡cuán mudado estáis! no os conociera: más viejo sois; el pelo blanco y ralo, y encorvada la espalda hacia la tierra. HUBERTO ¡Oh! ¡soy un pobre pecador y viejo! ¡y al polvo voy como las torres esas; y ausente habéis estado muchos años! WALTERIO ¿Cómo el Príncipe está? HUBERTO No está: estuviera enfermo, y ha volado...

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