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las fugaces delicias juveniles... ¡respirad su fragancia! PRINCIPE ENRIQUE ¡Es dulce! ¡encierra, como de mil olores diferentes, entremezclada, la exquisita esencia; así a la estancia, el soplo de verano llega a través de la ventana abierta! LUCIFER ¿No lo queréis probar? PRINCIPE ENRIQUE ¿Y basta un sorbo? LUCIFER Y si no basta, entonces, más pudieras beber. PRINCIPE ENRIQUE ¡ Pues, venga !, ¡y échame en la copa cuanto, si no hay peligro, beber pueda! LUCIFER (escanciando). ¡No os alarme cantidad alguna; apuradlo, no hay daño que os venga! PRINCIPE ENRIQUE ¡ Me siento como aquel que junto al río oscuro, mira que las aguas vuelcan, y el paisaje, oscilando todo entero, vacila en derredor: y nada, y rueda, y va indeciso, igual que si pensara cuál será el remolino que lo envuelva; y un momento, no más, y se sumerge dejando, locamente, la ribera! ¡ Yo, arrebatado así, por el misterio de la vida y la muerte, corro a ciegas, sin temor de rodar en la corriente, de tantas cosas misteriosas llena, ni que oculta emboscada me prepare !... ¡ Que es la muerte mejor que la dolencia ! (Un ángel suspenso en el aire, con un arpa eólica) (30).
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