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nuciosidad y a fondo de los elementos o principios del silogis- mo los dos primeros, y de la demostración y definición los otros dos. Sabida cosa es que en el Organon del Estagirita se en- cuentra la exposición analítica más completa de las lees del pensamiento humano. Aristóteles nació 384 años antes de Je- sucristo. Fué una verdadera enciclopedia de los conocimientos posibles a la razón. Escribió un número incontable de obras so- bre todos los ramos del saber. La escolástica utilizó el aristote- lismo genuino como vehículo para la exposición de las verda- des reveladas, y en nuestros días el Papa León XI, con su mentalidad excepcional, ha comunicado vigoroso impulso a las doctrinas tomistas y con ellas a las teorías aristotélicas, amalgama que tanto ha contribuido a la inteligencia de la verdad y de la Fe. (102) Ante todo, ese «Marco», añadido por el poeta, no pasa de ser un «dapsus calami». Porque Aurelio Cassiodoro no tuvo semejante nombre, el cual, debido tal vez a Gesnero, se le ha venido atribuyendo, acaso por el hábito de oir interpretación igual en la inicial de M. Tulio Cicerón, puesto que todos los escritores acostumban colocar la «M» ante Aurelio Cassiodoro, y no tiene otro significado que el de «Magno». Nació en Squi- llace de Calabria el año 469 o 470. Recibió en los reinados de Odoacro y sus sucesores las más apetecidas distinciones áuli- cas, siendo una de las figuras más relevantes del siglo VI, ya que «crat solus Cassiodorus ad universa sujficiens», Gran fo- mentador de todo género de estudios y disciplinas, tuvo harto que luchar con los prejuicios de los Godos, «gens ferox, putan- tes armorum gloriam cum studio litterarum stare non posse»; como advierte el monje de San Mauro, Juan Garet. En la incal- culable agitación de su existencia cortesana y política, encuen- tra tiempo y vagar para escribir sus «Variarum» y el tratado «De Anima». Y puesto que Longfellow baraja cl nombre de Cassiodoro con los de las escuelas "médicas de Monte Casino y Salerno, no queremos omitir aquí una curiosa sentencia reco- gida de la primera de dichas obras, ya que sea una recomien- dación vigorosa de constante estudio dirigida a los secuaces de Hipócrates y Galeno: «Nullus justius assidue legit quam qui de humana salute tractaverit»., Cansado de aquella agitada vida, retírase a una de sus po- sesiones. funda el monasterio Vivariense, del cual llega a ser Abad, establece un amplio programa de estudios para los re- ligiosos, da él mismo cátedra de filosofía y humanidades y co- munica un pujante impulso a las investigaciones escriturarias.

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