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— 207 -— otro género de transporte, lo cual se explica porque la equi- tación era considerada en tiempo de San Francisco, y aun mu- cho después, como lujo permitido tan solamente a quienes oc - paban una desahogada posición social, La humildad de los frailes menores no decia bien con la arrogante condición del caballero, ini Es una manifiesta alusión a la escena del Evange- lio donde se narran las tres negaciones del Principe de los Apóstoles. Como la gente de escalera abajo quisiera apoyar la declaración de la criada del Pontífice, la cual afirmaba ser Pedro discípulo de aquel hombre a quien las autoridades judías juzgaban en aquellos momentos, servidores y soldados se valieron del argumento de su pronunciación para concluir que se trataba de un Galileo, y por ende compatriota del Re- dentor. «Tu modo de hablar te denuncia», le decían como prue- ba contundente de su acusación. En arameo, como en todas las demás lenguas del mundo, es muy fácil conocer a los oriun- dos de las distintas regiones, como aquí diferenciamos sin di- ficultad un vizcaíno, de un gripuzcoano o de un baztanes. Asi, por ejemplo, los Efrateos confundían la letra «shin» del alfabeto hebreo con la «sámek», como muchos andaluces barajan indistintamente la «s» y la «z» del idioma de Castilla. Así fué que cuando los Galaaditas, a cuya cabeza iba Je'té, esperaron a sus adversarios de Efraím en el vado del Jordán con la or- den de no perdonar la vida a nadie, se valieron de esa circuns- tancia para deseubrirlos, obligándoles a pronunciar la palabra «shibbólet» (espiga), la cual ellos decían «sibbólet», y fueron pasados a cuchillo más de cuarenta mil Efrateos, muchos de los cuales intentaron librarse de la matanza haciéndose pasar por naturales del país de Galaad. Mas su pronunciación les vendió, como a Pedro, en casa de Caifás. (172) No sabemos de ningún santuario Mariano de Bene- vento que hubiese sido en aquellos tiempos centro de peregri- naciones en grande escala, según parece deducirse de la que nos representa el autor de la Leyenda. Conocemos la iglesia de Santa María construída por los años 769, reinando Arichis entre Jos longobardos, como consta en un diploma otorgado por dicho príncipe, y siendo debida la construcción a cierto abad Gardino, el cual la editicó en un lugar llamado Platea. Mas nada hemos hallado referente a las peregrinaciones de marras, las cuales, ya que hubiesen sido muy numerosas o muy fre- cuentes, habrían dejado en los anales de la historia un rastro proporcional.

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