BCCPAM000R14-4-28000000000000

A — 230 — wich, a quien crucificaron los judíos en 1137. El décimoséptimo de los «Cuentos de Cantorbery», de Chaucer, tiene un gran pare- cido con la historia de Hugo de Lincoln. Cantaba un niño cristia- no a todas horas el Alma Redemptoris Mater, lo cual causaba grande indignación a ciertos judíos que por ventura le oían, y co- mo, de camino para la escuela, cayese en manos de ellos, le mataron, arrojando su cadáver a un pozo. Inquieta su madre por la ausencia del hijo, salió en su busca, y, al llegar al po- zo, oyó la voz del niño que cantaba el Alma Redemptoris Ma- ter, Fué a notificar el hecho al preboste, que mandó ajusticiar incontinente a los judíos culpables. Extrajeron al chiquillo del pozo, y como siguiese repitiendo las mismas palabras, le pre- guntaron el motivo de su canto, a lo cual respondió serle im- posible morir hasta que le cortasen la lengua. El abad se la cortó y el niño entregó su espíritu, siendo el cuerpo enterrado en un sepulcro de mármol. Worásworth tiene una versión mo- dernizada del cuento de Chaucer. Percy escribió una balada acerca del niño llamado Hew, a quien atrajo mediante la oferta de una manzana cierta mujer judía. Matóle con. un cortaplumas, le envolvió en plomo y lo arrojó a un pozo. Aun cuando pa- rezcan increíbles semejantes actos de barbarie, todavía se re- gistran en algunos lugares hechos de este talle. En 1881, ocu- rrió el célebre caso de Esther Solymossy, de cuya muerte fue- ron acusados los judíos de Tisra-Eszlar (Hungría). La causa duró dos años, y aunque el presunto criminal salió absuelto, to- dos estaban convencidos de su culpabilidad. En 1891, el judío carnicero Buschhoff de Xanten (Westphalia), fué también de- nunciado por haber matado a un niño de cinco años, y aun cuando pudo probarse un «alibi», la convicción general fué que se trataba de un hecho real. En 1893 ocurrió otro caso en Malta. Y de entonces acá se han registrado algunos miás. Si esto acae- ce en las postrimerías del siglo XIX, ¡figúrese el lector cómo se las habrían los hebreos medioevales ! (119) Píalz es un islote rocoso que se alza en medio del Rhin, como dice muy acertadamente nuestro poeta, frente a Caub. Sus torres y murallas se diría que brotan de las aguas, lo que comunica al edificio un encanto peculiar. Parece haber sido construído para el cóbro de derechos de aduana de la navega- ción fluvial. Según una tradición, las condesas palatinas de- bían dar a luz en dicho castillo, lo cual no pasa de ser pura leyenda. Frente a él se encuentra en la orilla un monumento a Bliicher, en recuerdo de haber conseguido la noche de año nuevo de 1813 a 1814 cruzar el Rhín mediante un puente de

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz