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darle crédito a fe de Blas, pues eso se nos da que le pongan un mote u otro ai villano que así abusó de la fragilidad de la primera mujer. (103) Cuenta el evangelio apócrifo del seudo-Mateo, en el capítulo XXXI, que el maestro Sachyas, doctor de la ley, dijo a José y María: «Dejadme vuestro hijo: yo le contiaré al maestro Leví para que le enseñe las letras y le instruya.» Entonces José y María, acariciando a Jesús, le condujeron a la escuela, para que el anciano l.eví le enseñase las letras. Una vez Jesús en la escuela, guardaba silencio. El maestro Leví dijo a Jesús el nombre de una letra, y comenzando por la primera, Aleph, mandóle que la repitiera. Mas Jesús se callaba, sin responder a la indicación del maestro. Entonces el maestro, irritado, tomó un palito de estoraque y le pegó en la cabeza. Nada dice el i seudo-Mateo del castigo del golpeador. Más tarde lleváronle a otro maestro, el cual comenzó a instruirle con tono imperioso: «Dí alfa». Mas Jesús le respondió: «Dime tú primero lo que sea Beta, y luego te diré yo lo que es Alfa». Fuera de sí el dó- mine, golpeó a Jesús, pero incontinente cavó muerto en tierra, De estas narraciones, y de otras dos parecidas del evangelio apócrifo de Tomás, ha debido de sacar el poeta la suya, donde hay variantes, como la de hacer que se seque el brazo del maes- tro antes de pegar a Jesús, y la de suponer sentados en los ban- cos de la misma escuela al Redentor y al vil Iscariote; y no se nos antoja probable que, siendo Judas de Cariot (situado probablemente algo al oeste del mar Muerto), acudiera a la es- cuela de Nazaret. (104) Exclamación anacrónica en labios del Rabbí. Mal po- día invocar al pescador de Betsaida en la infancia del Niño Jesús. No alcanzamos a comprender la razón que pudo inducir | a nuestro poeta a una interjeción de este talle, cuando lo ra- | zonable en un hebreo habría sido apelar a Abraham o Moisés. (105) Aleph es la primera letra, bcih, la segunda, y 10d, la décima del alfabeto hebreo. Jesús no quiere pasar a la segun- da letra, sin conocer bien el significado de la primera, y «l Rabbi se molesta de una exigencia tan lógica, en lugar de aprobar la conducta del escolano. La ¿0d es el más diminuto de los caracteres hebreos, y a su pequeñez hace referencia Je- sucristo cuando, a continuación del sermón de las Bienaventu- ranzas, les dice que primero pasará el cielo y la tierra que deje de cumplirse una ¿od de la Ley. La lengua de Castilla ha tra- ¿ segado al acervo de su fraseología expresiones como éstas: «no Mi entender jota», «no saber jota», «no faltar una jota»; pero a 1

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