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dor, se contentara con pedir un vino cualquiera de Canaán, cuan- do indudablemente dispondría en abundancia de los más afa- mados de dicha región. (87) Helbón es una población de Siria, celebrada por sus vinos, según puede verse en Ezech. XXVII, 18. La Vulgata ha hecho de Helbón un nombre común y lo ha traducido por «in vino pingui», «vino excelente», en lugar de verterlo por «vino de Helbón»; pero San Jerónimo reconoce que en el original se lee Helbón. Hoy lleva dicha población el nombre de Hcel- bun. Está situada en la vertiente oriental del Anti-Líbano, unos veinte kilómetros al noroeste de Damasco. Este vino era muy celebrado en Oriente y de él se habla va en los textos cu- neiformes. En la lista de los vinos del rey de Nínive, Asurba- nipal, consta entre otros el vino de Helbón. El país es adecua- do para el cultivo de la viña, y aún las hay en aquellos riba- zos, aunque apenas se cosechan sino para la fabricación de la pasa. El vino de Helbón era objeto de comercio especial con Tiro. De ahí la alusión a esta importante plaza comercial de aquellos tiempos. (88) La historia sagrada y la profana están de acuerdo en afirmar que la ciudad de Tiro fué de gran celebridad, entr otras cosas por su vasto comercio y por las riquezas que de (1 le provenían. Sus arriesgados y emprendedores marinos Ficic- ron que Tiro llegase a ser «el mercado de las naciones», como le llama el Profeta Isaías, y, cargado de productos de toda <s- pecie, recorrían las costas del Mediterráneo, sin exceptuar una sola; remontaron el Nilo, pasaron por Gibraltar y llegaron has- ta las islas Canarias, .las costas africanas y el mismo lito- ral inglés, estableciendo en todas partes Tactorías, centros co- merciales y colonias importantes. Sostenía por tierra un gran comercio con el Oriente y el Norte, de suerte que venía a - como el centro de los pueblos entonces conocidos, y favorec': manifiestamente la industria, la civilización y las relacion de unos con otros. Sus productos especiales eran el cristal (vi- drio) y la púrpura, que: lleva:su nombre, y vino. a ser el sín:- bolo de la majestad real. (89) Este nombre: ha tomado-el “poeta: sin: duda del Evan- gelio donde al narrar el dolor de las betlemitas a la vista de sus tiernos infantes sacrificados por los esbirros del cruel He- rodes, dice: «Voz fué. oída en 'Ramá, lloró y mucho lamentó: Rachel llorando :sus hijos, y no quiso ser 'consolada, porque no son.» Pasaje tomado del profeta Jeremías: y aplicado por el Evangelista a la matanza de los niños Inoceutes. El sepulcro
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