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a 163 —a espiritual seguirás siendo lo que fuiste hasta hoy, teniendo participación en las oraciones de nuestra santa Madre Iglesia, como si personalmente asistieras a diario al servicio divino en unión de los demás.» De todos es conocido el aprecio y la pre- dilección que les dedicaba San Francisco, y sus hijos siguen el camino por él trazado, teniendo a su servicio las leprose- rías de Abisinia, la India, Japón y el Brasil, donde sucumbió no hace mucho un Padre Capuchino víctima de la terrible en- fermedad, contraída en el cuidado de los pobrecillos leprosos. He tenido el consuelo de celebrar la Misa a un numeroso gru- po de gafos y de distribuirles la sagrada Comunión, y puedo certificar, con el corazón en la mano, que jamás me ha pare- cido el mundo tan mezquino y despreciable y nunca me he vuelto a sentir tan cerca de Dios, (39) Si por ventura moría un caballero en los campos de la gloria, debían todas sus hermanos de armas allí presentes tributarle los últimos honores, vestidos de riguroso luto, de- positando el cadáver en el panteón de la familia. Si acaso su- cumbía fuera de su patria, debía alguno de sus compaferos, o a falta de ellos, su mismo escudero, enterrarle al pie de un árbol añejo y suspender de sus ramas las armas y el escudo, para perpetua memoria de su nombre y sus hazañas. A los ca- balleros cruzados se les enterraba con las piernas cruzadas y con todas sus armas, lo cual puede observarse en las imáge- nes de sepulturas que nos conserva la iconografía mediceval. Desconocemos, en cambio, el fundamento del poeta para ase- gurar que antes de colocar las armas junto al cadáver se debían romper, ni acertamos a comprender el simbolismo encerrado en semejante acción, a no ser que quiera manifestar el dolor de sus familiares. (40) Yendo de camino, llegóse el Salvador en cierta coyun- tura a casa de Lázaro, cuyos moradores tan entrañablemente le amaban. Afanábase la buena de Marta en hacer los prepa- rativos de la comida. María, entretanto, se sentó plácidamen- te a los pies de Jesús y escuchaba sus enseñanzas. Como activa Marta se quejara al Señor de aquella inacción de su hermana, salió el Nazareno a la defensa de María, declaran- do ser sólo una cosa la necesaria y haber escogido ésta la par- te mejor. (41) Macizo montañoso muy celebrado por la preciosidad de sus valles y por las espléndidas vistas que se divisan de cualquiera de sus cimas. Está cruzado por muchas carreteras y el ferrocarril de Darmstadt a Eberbach. Es frecuentado por

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