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— 185 — la vena safena de la pierna o la cefálica del brazo del receptor. La transfusión por inyección se efectúa gracias a la propie- dad anticoagulante del citrato de sosa, que, colocado en una je- ringuilla, permite aspirar la sangre e inyectarla intacta luego después: La cantidad trasegada oscila entre '50 y 500 gramos, según las necesidades del paciente. Hoy día es una operación corriente, y durante la guerra ha sido practicada por procedi- mientos cada vez más sencillos. No sabemos, sin embargo, que haya sido utilizada por ningún galeno con resultado satisfac- torio para la curación de la lepra, ya que no existe tratamien- to específico para tan terrible dolencia y los atacados de este mal siguen sometidos al aceite de chaulmogra, tomado en dosis progresivas. Conocemos, empero, personalmente un médico ftili- pino, doctor Mercado, el cual asegura poseer el secreto de la cu- ración, y sostiene haber curado ya a muchos leprosos del ar- chipiélago. También parece haber dado muy buenos resultados la leprólina del doctor Rost (líquido proveniente de los culti- vos del bacilo de la lepra), de Rangoon. El ejército de lepro- sos (son más de cinco mil) concentrados en la isla de Culión (Filipinas), que tuvimos en cierta coyuntura el consuelo de vi- sitar, embadurnados de chaulmogra por dentro y por fuera, arrastran la triste convicción, fruto de la experiencia, que sólo la muerte les ha de librar de las molestias consiguientes a su enfermedad. (21) Hermes tres veces más grande, no es sino la divini- dad egipcia Tot, a quien se le atribuye un acervo de descubri- mientos: el arte de escribir jeroglíficos, el primer código egip- cio de leyes, el arte de la armonía, de la astrología, la inven- ción del laúd y de la lira, la magia, etc. Personaje de existen- cia problemática y desde luego desconocida, la cual sintetiza, en cierto modo, la ciencia antigua, a la manera que Homero te- presenta la poesía. De atenernos a la afirmación de Lactancio, diósele el nombre de Trismegisto a causa de su sabiduría. Se- gún el testimonio de Jamblicus, un sacerdote egipcio del tiem- po de Tolomeo I, por nombre Manetón, le atribuía treinta y sie- te mil quinientos veinticinco libros. Las doctrinas desarrolladas por este sapicnte son tantas y de tan dirersa índole, que no se comprende cómo hayan podido ser abarcadas por una sola in- teligencia, lo cual da pie para poner en tela de juicio la per- sonalidad y aun la existencia misma de Trismegisto, por ventu- ra fruto de la fantasía oriental. (22) Según la leyenda, Hércules estableció los Juegos Olím- picos, disponiendo que se celebrasen cada cinco años, por ha- loss a Mé 1 11! 1 il M0 1 i y '

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