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ES 12 — do, además, un modelo de caballeros, ya que con ser tan rico y tan noble, aún superaba su inteligencia a todos los valores, res- tantes. Poseía, entre todas las cualidades excelsas, la «medida» (que así traduce el autor la idea de «sofrosine»). palabra grie- ga tan dilecta de Menéndez Pelayo, y que en Gabriel y Galán vemos españolizada por «equilibrio del alma serena». Y cuando Enrique, el noble Señor, gozaba alegremente todos los honores, riquezas y placeres de'este mundo en que Dios le había colocado tan alto, fué doblegado su orgullo profunda- mente, para que reconociese que todos los bienes de la tierra, ni siquiera la más rica de las coronas, con todas sus dulzuras, nada significan; que todo es pasajero y que «media vita in mor- te sumus», envolviéndonos las sombras de la muerte cuando menos esperamos. Cuanto más alto está situado el hombre, tanto menos significa ante Dios, Y, como a Job, Dios le envía las pruebas más duras, la le- pra incurable; y todos los hombres le desprecian, porque su presencia repugna a todos, y todos huyen de él, y ni siquiera desean ver su rostro. Y aquí encontramos otro motivo de in- terés histórico que el autor une a su narración. Y es que Hart- mann tomó parte en las Cruzadas, de donde trajeron los euro- peos la peste que dominó en Europa durante los siglos XII a] XVI, sin que pudieran hacer otra cosa que lo que era costum- bre entre los orientales: a los desgraciados se los separaba fue- ra de los muros de la ciudad y se los retenía en asilos. Hoy, en día, la enfermedad es rara en Occidente (aún aparece en el nor- te de Noruega), y no se considera como contagiosa. Pero una vez que Enrique es atacado de la lepra, sigue el camino de Jos demás, teniendo en su desventaja la falta de pa- ciencia que da fuerzas a Job en su desgracia, cuando se hallaba «epi tees koprias exco tes póleoos» (Job, 11, 8 del LXX). sobre las cenizas El autor hace un paralelo del príncipe Enrique con Job. Aconsejado por los médicos, marcha a Montpeller, donde re- cibe la tremenda respuesta de que es imposible curar su enfer- medad. Luego parte para Salerno, donde un anciano le dice que su enfermedad es curable, pero que no debe esperar curación Y tras esto, que él juzga locura, el anciano explica en qué consiste el remedio de lo irremediable Nur eine Jungfrau kann euch heilen, In Herzensgrunde keusch und rein, Und die bereit auch wiirde sein Fiir euch den grimmen Tod zu leiden.

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