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— 165— de púrpura amatista, cuando el valle tendido a nuestros pies todo está lleno, y quiere rebosar, como una oleada de la neblina, rápida subiendo, y húmedo y frío el aire de la tarde refresca ya! Y entremos. ELSA ¡No tan presto! Mira un fuego brillar en lontananza; las cimas orientales ascendiendo está la luna, y luego resbalando, sobre el bosque florido, hace arroyuelos de luz, y con su brillo el alma se abre al amor de la noche! PRINCIPE ENRIQUE Hace ya tiempo, desde aquella terraza contemplaba ese mismo paisaje, el sol muriendo, y los blancos vapores extendiéndose "hasta ocultar la aldea y el viñedo, la torre y la ciudad, y todavía fuleuraba la cima a su reflejo. Y entonces otras manos que las tuyas tenía yo, y las mías oprimieron, y otra frente, buscando su descanso, también se reclinó sobre mi pecho, como la tuya ahora. ¿Por qué elevas esa mirada con asombro y duelo? No era, no era la mano de una dama la que estrechaba yo, mas de un Trovero, era una forma varonil que siempre solía entonces ocupar tu puesto, hermoso rostro y barba de aquel hombre, que en Tierra Santa está ahora combatiendo, y brilla todavía en mi memoria, a pesar del lejano apartamiento, como sobre los dos, brilla una estrella,

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