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El Castillo de Vautsbeg sobre el Rihn. El Principe Enrique y Elsa de pie sobre la terraza en un atardecer. Se oye a lo lejos el tañido de las campanas. PRINCIPE ENRIQUE ¡Solos estamos ya! Los convidados de la boda, que vienen caballeros bajando la colina, lucen plumas, vistosos y riquísimos manteos: cubre la sombra el Niederwald, los nidos (203) que en los robles fantásticos se hicieron. ELSA ¿Qué campanas son esas que resuenan con lento son y musical acento? PRINCIPE ENRIQUE Son las de Geisenheim, que en sus clamores (204) a la queda del sol están plañendo. ¡ Callaron! Amada Elsa, esas campanas Carlo Magno escuchó, con triste duelo, cuando, junto a Fastrada, allí sentado (205), en Ingelhein, oía sis lamentos (206) con secreto pesar. ELSA Pues a mí solo me hablan de paz feliz y de sosiego, y de confianza en tí,

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