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alegre saludaba hacia la costa a aquella multitud que les seguía, la ribera bajando clamorosa. URSULA ¡ La volvemos a ver!, ¡ella no ha muerto!, ¡no ha muerto nuestra hija !, las piadosas entrañas del Señor, han escuchado la oración sin palabras, la humildosa y secreta plegaria! ¡Sí!, llevadme donde ella está, los ojos que la lloran, hambre tienen de verla, y aquí adentro parece que vocea mi alma toda, parece que mis manos la acarician, en que viéndola están, mis ojos gozan... ¡llevadme a bendecirla !, ¡a contemplarla !, ¡hija de Dios y su misericordia! (Sale hacia el jardín.) GUARDA ¡ Ya veo que esta mujer ha perdido la cabeza! Y la cena de Gottlieb esperando aquí se queda, su buena ración de pan y un gran jarro de cerveza. Que el dolor no le ha matado, fácilmente se dijera. ¡Sea a la salud del Príncipe! ¡ Bebamos ! ¡ Dios le proteja ! (Bebe. ) ¡ Caray !, ¡zumba como un tábano y a la vez aguijonea! ¡ Qué paisaje más hermoso contemplo desde la puerta; el monte, detrás; delante, el jardincillo se encuentra, y allá, en medio del camino, un hombre con los sesenta, con hijos que la acarician, 51

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