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ES »o continua manera de moverse? »¿Es Dios autor del mal?, o viceversa: »¿el autor es el diablo?, ¿por qué, cuándo, ny de dónde, acaso, Lucifer cayera?; n¿ahora está encadenado en el infierno?» ¡A la cuestión bien diera yo respuesta !: En cuanto el jactancioso humano espíritu A A A AA en los molinos de este talle muela, yo firme sé que estoy sobre mi trono. Casi me hace reír ver cómo deja atrás, el hombre, el grano rubicundo y la cáscara misera reserva que el cerebro de aquel Pedro Lombardo (194) aventuró, y después, la cornamenta del llamado «Buey mudo de Colonia» (195), la recogió, y de nuevo sacudiera. ¡ Mis huéspedes se acercan ! en el aire, hay como de perfumes una esencia del Hermoso Jardín del Paraíso (196) que fué un tiempo; olor de fe sincera, de plegaria, de amor, como el que siempre un fresco y joven corazón alienta, antes de comenzar a marchitarse. ¡Me ofende respirar en esta atmósfera! ¡ Lástima que después de mis trabajos, y de fatiga tanta, el alma aquella la más hermosa, joven y divina, ÍÑ de la mano escapárseme pudiera. | La otra, ¡no!, que es mía; ¡ vivir debe !; il corrompiendo su raza, y sobre ella Ú infundirá bajezas y egoísmos, flaqguezas, cobardías y miserias, pusilanimidades de la muerte! ¡Conozca bien esa naturaleza !; sé que seres como él son los más duchos y seguros de aquellos que, a mi férula y vagando, doquier, por todo el orbe, de un lado a otro, mis mensajes llevan. (Entran el Príncipe Enrique y Elsa, con séquito.)

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