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La escuela de Salerno. Un escolástico que llega de viaje, fija sus tesis en la puerta principal del Colegio (179). EL ESCOLASTICO QUI mi escudo, enseña y guantelete, al que quiera salir conmigo al campo. Mis ciento veinticinco tesis... pleito que ha de saber valiente susten- [tarlo, la espada de mi lengua como guste disertante cualquier, joven anciano. A ver si mis definiciones, o mis tesis se discuten, u osaren escolásticos y doctores pugnar. ¡Aquí he de es- [tarme... y lo que quiera Dios! Yo he demostrado, por investigación, y muy profunda, la falsedad de credos viciados, de aquel viejo Dionisio Aeropagita (180), que en las iglesias causan tanto daño, y Miguel «Tartamudo» del Oriente (181), enviara al latino trasladados, por el bestia escocés, Juan Duns Scoto (182), y que, ante la verdad, no será osado de defender esa infernal doctrina, de que el mundo eterno es, y es necesario que lo sea, diciendo de antemano que nada en Dios accidental explícase, y más después, de nuevo por sentado, que antes de la creación Dios no existía, pues de haber existido, ya está claro

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