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— 146 — el hijo de la mañana, descendió de las celestes almenas paradisíacas! EL PATRON Os ruego bajéis, amigos, porque la tormenta brava, comienza a soplar furiosa, cuando ya la luna cambia. Hasta el mediodía ha habido, viento engañoso, y la ráfaga repentina, el mar golpea con este viento de calma. ¡No hace una hora que he silbado a San Antonio, en demanda de que una brisita hinchase las velas, y en vez de calma, nos envía un temporal! En esta noche pasada, las estrellas de San Telmo (175), con sus linternas de plata en las puntas de los mástiles jugueteando, contemplaba, y encima de las berlingas; y conocí, por la traza, que tendríamos mal tiempo. Pero alzad, ¡amigos!, y ¡alma !; la vela mayor tengáis y nuestra nave... que vaya como quiera San Antonio, y los vientos lo mandaran ! ¿Veis un falucho liornés (176) a barlovento, que pasa con la borda sumergida?; ¡creí que el mar lo zampaba ! No sé como en vendabal los mástiles no le arranca, llevando, como parece, toda vela desplegada! Fs galera del Gran Duque,

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