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las colinas de la Córcega, y mirando hacia el Oriente, en la azul y larga estela; que dibuja el horizonte, del Apenino las crestas; y al mediodía, muy lejos, que apenas si se nos muestra, con su soleada bahía, Salerno también se asienta! PRINCIPE ENRIQUE ¡Jamás mis ojos sus torres a contemplar se acercaran! ELSA Detrás de nosotros viene espantosa nube parda en forma de ciervo que huye, cascos negros, piel castaña, con sus cercetas caídas, sobre sus lomos, y pasa con espanto, cual si perros cercanos, le diesen caza. PRINCIPE ENRIQUE En masas informes cae, como de ciudad quemada los muros se derrumbasen; y a través de sus ventanas, inmensas, y enrojecidas del sol poniente, las llamas brillan, y sobre nosotros, como columnas plateadas, vapores densos, sombríos, cruzándose se leyantan, semejándose a pilares que el firmamento aguantaran. ELSA ¡ Mira !; allá desde la cumbre los relámpagos se lanzan, lo misino que Lucifer,

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