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— 144— ¡Y canta incesante la voz melancólica, la lúgubre voz, y contesta el coro de la nívea albura su Christe, eleisón! PRINCIPE ENRIQUE ¡ Tú eres ángel de Dios!, ¡presto el oído a celestes y eternas armonías, tu alma pura, la trompa del arcángel escucha en el susurro de la brisa, y más allá, cuando retumba el bosque, allá donde el Océano se agita alborotado, también escuchar suele allí sonando su órgano a Cecilia... (174) en los mares; y lenguas de profetas al rumor de la hoja! ¡El alma mía, sólo oye discordancia y cuchicheos de ángeles malos que en aire habitan! En el mar. El, PATRON Mientras el viento descansa en esta región serena, avancemos; antes que hinche el temporal nuestra vela, blanquísima como nieve; a nuestro falucho llega, y en su derredor la oleada, rompe, y el mar cabrillea, levantando mi barquilla sobre la onda escollera, y sus costados sacude e incesante los golpea. Entre nosotros, y allá, en las regiones aquellas, occidentales, se alzan

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