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y tumulto, en posadas de los campos, oyendo el retintín de gente huera, mescolanza de rezos y pecados! ¡De todos los inventos más sabidos, ninguno para mí se habrá inventado, como el ir a lejanos hermitorios... (166) para sembrar semilla de pecados! PRINCIPE ENRIQUE ¡Si a los hombres juzgamos por la forma y aseo es impiedad, este descalzo Carmelita que pasa, ser debiera un réprobo infeliz desesperado! LUCIFER ¡ Aquí otra vez!, ¡a mi germano Príncipe, hacia Salerno su jornada andando, y la enferma de amor, esa muchacha que siembra nubes y recoge estragos!, ¡ pero es camino que no tiene vuelta !... ¡ Sigan, que en esa farsa yo me hallo! Mas este esparcimiento y mascarada es bueno, a toda costa, que atendamos, llevando este rebaño hacia el aprisco, en donde come y duerme a todo pasto ese monje jovial de Benevento (167). Porque esto, de verdad, tiene su encanto, y a risa me provoca: ¡estos mendigos cojeando, contrahechos y lisiados, bien cebados de paja, y tan alegres canturrias sin sentido, berreando! ¡Sino por mi bordón y cenojiles (168) (169) mágicos, que yo llevo, y buenos tragos que de excelente vino saboreo, y siquiera... siquiera... por el daño que ocasiono a esta tropa de haraganes, esta empresa ya hubiera terminado! PEREGRINOS (cantando). In hac urbe, lux solemnis, Ver aeternum, pax perennis,

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