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Y SU IV CENTENARIO 65 les se apoya gran parte del edificio de la iglesia, porque en ellas haya uno u otro religioso que no observe conducta ejemplar? Pero dejemos a estos hombres abominables, pues no quiero tratar con ellos, no sea que se me diga que combato con las bestias» (1). El P. Estella, que apreciaba el oro purísimo que abundaba en el seno de las sagradas Religiones, no dejaba de reconocer que había también al- guna escoria. Por esto, cuando se le presenta la ocasión, no deja de lamen- tar y corregir los defectos públicos de los religiosos. El ilustre franciscano amaba con toda su alma a su gloriosa Orden ; pero no negaba el debido honor y estima a las demás Religiones. Censura con vivas expresiones a los religiosos que todo lo quieren para su Instituto, y sienten que los de- más prosperen. En repetidos pasajes de los Comentarios sobre el Evan- gelio de San Lucas trata el P. Estella de los religiosos, y aunque no calla algunos defectos particulares de los mismos, manifiesta siempre el grande aprecio que hacía de la vida religiosa, y censura a los seglares que creen que los religiosos y sacerdotes viven en reprensible ociosidad porque no ganan el sustento con el trabajo manual. Don Julián de San Cristóbal, como ya hemos visto, dice que el P, Es- tella fué tratado como reo por haber intentado ser reformador de su Orden, Por los años de 1576 Fr. Diego de Buenaventura pretendió hacer reformas en la Provincia de Andalucía con la protección del Arzobispo de Sevilla y del Nuncio de Su Santidad en los reinos de España (2). Al mismo tiempo un clérigo, llamado Juan de Padilla, bajo capa de reforma, delataba a va- rios religiosos de otras Provincias, causando en ellas horrible descon- cierto (3). El P. Fr. Alonso Gutiérrez, Provincial de Santiago, fué comisio nado para arreglar los asuntos de la Provincia de Andalucía y para defender a los religiosos de las falsas acusaciones que contra ellos hacía Juan de Pa- dilla. Escribió el P. Gutiérrez algunos Memoriales en defensa de sus per- seguidos hermanos, y uno de ellos lo publica íntegro el P. Daza (4). Este Memorial es una de las más valientes defensas que en el siglo xvi se ha publicado de las Ordenes religiosas. Va dirigido a Su Majestad Católica, a quien dice: «Las leyes sagradas quieren que en los monasterios se hagan castigos y se averigijen las causas de los religiosos sin estruendo, ni ruido, ni aparato de juicio seglar, porque no se infamen ni desasosieguen las casas ni las personas. Y hasta ahora no sabíamos qué cosa eran fiscales, ni notarios, ni abogados, ni letrados, ni tachas, ni traslados, ni términos (1) Ed. cit., t. Il, cap. X, fol. 14r., col. b. (2) ATIA, t. IV, pags. 331 y siguientes. (3) El mismo P. Estella no veía bien que personas extrañas tratasen de reformar los monasterios y las Ordenes, pues aun hablando de las monjas, dice que vió por sus propios ojos muchos escándalos, por llevar los Superiores religiosas de un convento a otro para el cargo de Abadesas. Enarrationes in Evan. sec. Lucam edic. cit., t. 1, cap. VI, fol. 138, col. a. - (4) Quarta parte dela Coronica de N, P. S. Francisco, lib. 111, págs. 280-91.
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