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4 1 so” 60 FRAY DIEGO DE ESTELLA sima obligación de servir a Dios y la estrechísima cuenta que habrán de darle, pues habiendo recibido tan extraordinarios beneficios, serán juzga- dos terriblemente... Si has llegado al más alto honor de las prelacías; si eres predicador eminente; si conoces el secreto de todas las ciencias; si en dignidad, honra, nombre y fama aventajas a los demás hombres, no te envanezcas por ello; no te glories vana y arrogantemente, no sea que te suceda como a Cafarnaum, cuyos edificios han sido totalmente destruí- dos...» (1). El predicador franciscano se lamentaba amargamente de que algu- nos hombres sabios e instruidos perdiesen el tiempo en tratar cuestiones fútiles y de ningún provecho para sus oyentes. Explicando “este texto de San Lucas: In lege quid scriptum est? quomodo tegis? dice el P. Estella: «Cuántos Doctores desempeñan cátedras en los Colegios y Universidades con gran concurso de discípulos, a los cuales podríamos preguntar: ¿Cómo lees? ¿Lees acaso para aprovechamiento de tus discípulos, o solamente para ostentar tu sabiduría y engreirte con ella? Atiende, te ruego, a la utilidad de tus discípulos, explicándoles el sentido y la virtud de la letra» (2). El P. Estella en su predicación buscaba siempre un fin práctico y odiaba las cuestiones inútiles. Por esto, sin duda, agradaba tanto a Santa Teresa de Jesús que lo escogió para su predicador, como hemos dicho. Es admirable la libertad y celo apostólico con que predicaba Fr. Diego de Estella. Combate con valiente energía los vicios que dominaban en la sociedad de su tiempo, y tiene frases duras y cáusticas contra la vanidad y escandaloso lujo de las mujeres; contra la usura de los comerciantes; contra los engaños y trapacerías de los abogados; contra la ignorancia e inmoralidad de los clérigos. I,amenta el abuso de la palabra divina por los malos predicadores; el fausto y la vanidad de los potentados; la rela- jación de los religiosos; la ambiciosa ansiedad de los que buscaban pre- lacías por medios ilícitos. No calla el P. Estella los defectos de los malos gobernantes, y ni aun de los mismos Reyes. ENERGÍA DE CARÁCTER DEL P. ESTELLA El Tratado de la vanidad del mundo nos da a conocer bien el carácter enérgico del insigne escritor navarro, pero donde lo revela más es en los Comentarios del Evangelio de San Lucas, obra que fué muy leída en otros tiempos por los oradores sagrados, y que, por desgracia, hoy sólo se en- (1 Ed. cit., t. 1, cap. X, fol. r19r., col. b. Ed. cit., cap. X del t, II, fol, tor. col. a. Aa ed
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