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Genealogía de Fray Diego de Estella por Jarme EGUARÁS ODA obra, por modesta que sea, necesita un plan. La nuestra, modestísima, tiene también derecho al suyo. El plan, muy sencillo, consistirá en hacer converger en nuestro fraile las líneas de sus ascendientes, para luego, partiendo de sus hermanos alejarnos en forma divergente hasta llegar a los jefes actuales de las tres ramas descendientes de los hermanos de Fray Diego. ¿Cuántas líneas de ascendientes tomaremos?. .. Es ya clásico el es- tudio de los cuatro abolorios. Nosotros, menos fáciles de contentar o más atrevidos, no nos vamos a satisfacer con menos de dieciséis, en las que con toda la brevedad que impone la falta de espacio procuraremos llegar hasta sus principios más remotos. Las páginas que siguen no van a ser amenas. Ni su asunto lo es, ni la literatura va a prestarle galas y afeites con qué cubrir la escueta y aus- tera desnudez de ese montón de nombres y fechas, tan poco grato a los no iniciados. Así, los no sobrados de tiempo y paciencia harán bien en pasar por alto estas notas, reservándose para las siguientes secciones, en las que admirarán al tan injustamente desconocido asceta franciscano. Los otros, los que llevados por sus aficiones se decidan a leernos, quizás en pago a su indulgencia encuentren algo nuevo en alguno de los apellidos del que an- tes de ser Fray Diego de Estella se llamó don Diego de San Cristóbal, Cru- , . zat, Eguía, Jasso, Alzaa, Atondo, Jasso, Azpilcueta, Arteaga, Novar, Ar- guiñariz, Atondo, Antillón, Ruiz de Esparza, Marañón y Aznarez. NOTA, — En la descripción de blasones nos hemos visto obligados a desviarnos un tanto de la técnica francesa, y bien a nuestro pesar; pues reconocemos su exactitud, concisión y universalidad. Sin embargo, copiadas como están la mayor parte de lak veces nuestras descripciones de piezas oficiales y ejecutorias, hemos preferido dejarlas en su redacción primitiva pensando que lo que podían perder en elegancia lo ganan en autencidad. — Aprovechamos este lugar para dar la gracias más expresivas a cuantas personas han facilitado ama- blemente nuestra labor especialmente a los Señores D. José María Azcona, D. Jesús Etayo y D. José María de Huarte. Su reconocida competencia nos dispensa del adjetivo y del elogio. Muy gustosos consignamos también lo útil que nos ha sido como guía práctica e índice valioso el Nobiliario del Reino de Navarra, de José Maria de Huarte y José de Rújula. (Madrid 1923). )

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