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170 FRAY DEBGO.DE ESTEEBBEA menester. Con palabra fácil, con ese envidiable descuido de quien domina los públicos nos presentó la figura del Mantenedor y se hizo aplaudir con entusiasmo. EL DISCURSO DEL PADRE RABAZA. — «Al señor Ochoa — comenzó diciendo el orador — le ha sucedido lo que a todos los padrinos. El cariño le ha cegado y me ha tributado unos elogios de los que desgraciadamente a El Alcalde de Estella y las representaciones de las Órdenes Religiosas que asistieron al Centenario (Cliché de «Verdad y Caridad») estoy muy lejos.» Pero bien pronto se encargó el Padre Rabaza de des- mentir con los hechos esta afirmación, hija de su modestia, pues su discurso — pieza oratoria de primera clase — hará época en Estella. No podemos ni queremos reproducirlo, Es de esas cosas excelsas que no admiten extrac- to ni remedo. Es más; aunque tuviéramos el original del discurso no lo publicaríamos. Porque su hermosa disertación acerca de Fr, Diego, de Na- varra, de España, del mundo de entonces, deleitaría sin duda a los que la leyeran, pero les haría formarse una idea errónea, incompleta de lo que esa tarde oímos los que tuvimos la suerte de escucharle. Lo que gustamos nosotros fué más, mucho más, y mejor que eso; la voz vibrante, el gesto noble, el rayo poderoso de su elocuencia que fundió a todo el auditorio en una sola inteligencia y en un solo corazón apoderándose de él; fueron, las alternativas bruscas de silencio absoluto, aplausos ensordecedores...

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